La diferencia en el color se atribuye principalmente a la alimentación de las aves: los pollos alimentados con maíz y otros alimentos ricos en carotenoides presentan una tonalidad amarilla, mientras que aquellos cuya dieta se basa en trigo o sorgo suelen tener una piel más pálida o rosada.
En cuanto al sabor, algunos carniceros señalan que el pollo amarillo puede tener un sabor más pronunciado y una textura más firme debido a su alimentación y método de crianza.
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No obstante, estas diferencias no afectan significativamente la calidad nutricional de la carne.
Es importante destacar que el color del pollo no determina el tipo de crianza ni la calidad del producto. Por ejemplo, un pollo de corral alimentado con trigo tendrá carne rosada, mientras que el color amarillo indica una dieta rica en maíz, pero no necesariamente mejores condiciones de vida para el animal.
En resumen, tanto el pollo amarillo como el blanco son opciones saludables y nutritivas. La elección entre uno u otro puede basarse en preferencias personales de sabor o textura, pero desde el punto de vista nutricional, no existe una diferencia significativa.